RUTA TATA VASCO
Hace poco recorrí la Ruta Tata Vasco. Vasco de Quiroga, como seguro recuerdan de la escuela, fue el primer obispo de Michoacán. Él llegó a la Nueva España y se instaló, primero, en las inmediaciones de la ciudad de México, en lo que hoy es Santa Fe. (Todavía hay un ‘Camino de Vasco de Quiroga’ ahí.) Después se fue a evangelizar Michoacán, pero con una visión más “de avanzada”. Don Vasco buscaba una mezcla de culturas en lugar de la imposición de las costumbres españolas. Quiso darle a cada zona de la región una vocación a través de sus artesanías y su gastronomía.
Fuimos a Zacán, a Uruapan, a Quiroga, a San Juan Parangaricutiro –uno de los dos pueblos que se comió el Paricutín cuando nació, hace casi ochenta años, y del único que quedan restos–, a pueblos donde los purépechas viven en trojes y no se habla el español. Y sobre todo comimos. Una señora nos dio tres diferentes quelites de su milpa, queso fresco, salsas de molcajete, tortillas y atole blanco. Una comida simple y exquisita. Otra nos sirvió la que chance es la comida más sofisticada de mi vida: una salsa de molcajete, tomatillo verde, chile, charal tostado y cubos de aguacate y una gordita de maíz morado con frijol fermentado. (Nos dijo que el frijol es de hace dos días y que lo dejan afuera a que fermente pa que amarre.) Todo es un espectáculo: las vajillas, los vestidos, los metates de más de 400 años.
Vayan. Vayan en cuanto puedan. Ahí está el legado de don Vasco. En lo que van, chequen las fotos que traje de ese viaje.