ARROZ BLANCO
Cuando éramos morritos íbamos al pueblo de mi papá, Santiago Papasquiaro, y comíamos en casa de mis abuelos. Hacían cosas horribles que nos encantaban, como un pastel salado de pan bimbo, cheez whiz y pimientos morrones en capas. Nos lo comíamos como locos. Mi abuelita también hacía comida regional deliciosa, como caldillo y tamales de chile pasado. Pero lo más impresionante era su arroz blanco. No es por nada pero es el mejor arroz que he comido en mi vida. Era perfecto. Hija de su madre. No sé cómo le hacía. Llegaba a la cocina con su ollita, ponía un poco de aceite y empezaba a freír el arroz. Lo veía tantito, le calculaba. Le echaba dos limones con semilla y caldo de pollo o caldo de vegetales. Y el arroz así de puc. Tronaba perfecto.
Si tengo un trauma con el arroz es por ella. Y bueno, es imposible reproducir su receta exactamente porque la hacía a ojo, pero acá tienen mi versión. Es un arroz sencillito, para acompañar lo que sea o para comer así nomás a pelo.